La Borracha
Cuando estaba sobria era insoportable hasta para ella misma.
La habían educado en el seno de una familia opresora e hipócrita.
Toda relación más allá del saludo le parecía un exceso al que había que controlar.
Se reprimía y se castigaba. Culpaba a los demás por sentirse sucia cuando alguien se interesaba algo más por ella.
A la hora de salir, latente estaba a la espera de turno su alter ego. Cuando la invitaban a tomar unas copas llegaba la liberación, la magia de la desinhibición. Copa tras copa iba cambiando por completo, se transformaba en otra persona. Despojada de atavismos y prejuicios se lanzaba como una hambrienta sobre sus presas y de manera descarada se insinuaba incluso al camarero.
Tras la noche y la resaca, volvía a ser ella, volvía con sus demonios y miserias. Volvía a su enfermiza realidad.No le digas nada, está sobria y muerde.