Tolerancia Cero y a la Tercera se Acabó.

¿Es normal, que los ciudadanos honestos tengan que vivir en fortalezas para garantizarse una mínima protección ante la delincuencia?
¿Es normal, que tal persona sea un delincuente habitual?
Que su oficio, su forma de vida sea la delincuencia amparado por la legislación vigente.
¿Es normal, que los ciudadanos honestos no puedan ir tranquilos por las calles o en el transporte público sin que sean objeto de un asalto o un robo?
¿Es normal, que el comercio sea un lugar inseguro para el propietario, trabajadores y clientes?
¿Es normal, que salga tan barato delinquir de tal manera que compense con creces realizar actos delictivos?
¿Es normal, tener a los delincuentes crecidos ante la impunidad?
¿Es normal, que el delincuente pague al abogado con el dinero ilícito?
¿Es normal, que ningún abogado se queje por cobrar con dinero conseguido de las fechorías de los delincuentes?
Las herramientas con las que se ha dotado a policías, fiscales, jueces y prisiones no funcionan, y la demostración está presente cada día en el círculo familiar o de amistades, con sucesos que evidencian la gravedad de la situación.
Una sociedad no puede permitir ni tolerar la delincuencia, es la antisociedad, la destrucción de la convivencia y el reino de la maldad.
La tarea de los legisladores es reformar de arriba abajo la legislación, el sistema procesal y cuanto haga falta para reducir la delincuencia hasta el mínimo anecdótico.
De lo contrario el ciudadano agobiado y abandonado por la idea de justicia caerá en la esquizofrenia de la seguridad particular y será el fin de la seguridad pública.