El incentivo como cebo y la ética difusa
Corren tiempos difíciles. Es la provocación de los codiciosos, viles seres carroñeros.
Parásitos y mil veces parásitos, que son vuestros títulos, cartas de presentación y vuestra profesión.
Son ellos con sus ideas, con sus escuelas de negocios, con sus maneras que se clonaron a millares infestando el mundo.
Esta jauría insaciable ha llevado al hombre a la miseria moral y material.
Para ellos, el desprecio. Para ellos el límite.
¿Señor, cuánto quiere ganar con el pan?
¡El mil porciento!
-Pues según el baremo, entonces le tocará pagar el ciento porciento de la ganancia en impuestos-
¡ Que se lleva solamente un cinco de ganancia, entonces el baremo dice que solamente debe pagar un uno porciento de impuestos!
¡Banquero, que el dinero con el cual te haces rico es el dinero que te hemos dejado!
-Y si retiramos los fondos pensando en tus abusos con tus comisiones, en tu sueldo mientras recortabas plantilla para aumentar beneficios-
Ha llegado la hora, la hora de echar a los bastardos y sus ideas bastardas. Es la hora de la ética y de los hombres bien nacidos.
Es la hora de triunfar sobre la maldad.
¡Movilizaos!
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