El Cursillo

Llega al país novedoso sistema de crecimiento personal. Días más tarde, todos los oficinistas con sus jefes a la cabeza espectantes, el departamento de recursos humanos al completo eufórico. Damos la bienvenida al Sr. Demente Straw. En dos minutos los oficinistas y todo el escalafón hacían piruetas por el recinto como bebés de guardería, amén de protagonizar dramatizaciones psicodélicas.
Era maravilloso, quedaba demostrado que el gurú de la secta tenía poderes. Conseguía de aparentes personas cabales no poco dinero de la empresa a cambio de una chorrada para memos. El resultado prometedor, se confirmaba que no había ninguna diferencia entre un idiota y toda la plantilla de recursos humanos. Se confirmaba además que toda la empresa estaba poblada por androides. Pero los oficinistas estaban encantados con su nuevo diploma para su currículo.
Cuánto papanatas que se tiene por ilustrado, cuánto idiota de oficina, cuánto progre con mando que organiza la vida de los demás.