Los Ciudadanos son Criminales para la Administración
El Ciudadano Vilipendiado
Juan concurrió a la administración para efectuar las gestiones personales de caracter preceptivo.
Juan fue recibido en la puerta como un sospechoso criminal, fue conminado a vaciarse los bolsillos, a pasar por un arco detector, a identificarse y a contestar al interrogatorio del portero por los motivos de su vista a la repartición pública.
Juan, el ciudadano ejemplar, el que paga sus impuestos y que vota regularmente, es recibido en los organismos públicos como un sospechoso y se le brinda un trato vejatorio. Juan a todos los efectos no es reconocido como un ciudadano por la administración sino como un delincuente en potencia que podría atentar.
La administración no respeta a los ciudadanos, los humilla, denigra y degrada. Les miente y les enreda.
La administración es una burocracia que no entiende ni quiere saber de democracia. Tal como está funcionando es un organismo nocivo para el hombre libre.
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