domingo, octubre 30, 2005

El Honorable Abuelo




Al pequeño Dubius le encantaba encontrarse con su abuelo Felón. Tras salir de clase, le buscaba para escucharle. A Dubius le apasionaban las historias vividas por su abuelo al cual tenía por un héroe de esos que hablaba en clase el profesor.
Dubius sabía por su abuelo cómo habían ocurrido los hechos que se contaban en los libros.
Un día una máquina de una obra desenterró unas cajas que contenían documentos de los cuales nadie tenía conocimiento de su existencia. Fue tal la curiosidad que la noticia hizo eco en los periódicos de la Capital.
Llegaron estudiosos de todas partes a investigar lo que aportaban los escritos. Y con el paso de los días comenzaron a circular rumores que llegaron a los oídos de Dubius. Parece ser que había entre los papeles un informe que vinculaba a su abuelo, secretario entonces del Presidente, con la Gestapo por colaborar a cambio de salvar su vida. Dubius sabía que eso no podía ser cierto, que la integridad moral de su abuelo Felón estaba fuera de toda duda y para prueba el reconocimiento de su labor en el exilio administrando los fondos que le hacían llegar los..., bueno, eso nunca se lo contó, pero su labor luego en la democracia como miembro activo y organizador del sistema, era reconocida y admirada por todos.
El abuelo Felón se encontraba a gusto con el estado de cosas, con la reconciliación, con el olvido. El abuelo Felón coincidía con los adversarios en que la historia no se debía desenterrar porque traería al presente los malos tiempos vividos y era mejor olvidar.
El abuelo Felón cada año llevaba flores a las tumbas de sus compañeros muertos por la Gestapo y luego pronunciaba un discurso en su memoria.
El abuelo Felón gozaba de fama y pensión. Había conseguido una paga especial por sus sufrimientos en el destierro forzoso.
Dubius, observaba detenidamente a los asistentes del acto en memoria, y pensaba en esa gente y en los adversarios, que sobrevivieron escondidos entre el sufrimiento de millares de inocentes. Cómo lavan su ropa de, prostitutas ocasionales, delatores, asesinos, vividores, ladrones, embusteros, impostores, cobardes, los que han reinventado la historia para borrar sus felonías.
Dubius leyó la última página del libro de historia, cerró el libro y lo dejó para siempre en la estantería.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

El médico que asesoraba a los torturadores, hoy es jefe de pedriatría del Hospital.

domingo, octubre 30, 2005 11:52:00 a. m.  

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