España, la Monarquía Republicana

El nuevo orden español da un paso cualitativo al enterrar las autonomías para convertir españa en un estado federal.
La transición ha volado por los aires por la carga de profundidad de los socialistas españoles al sistema de 1978.
El nuevo frente popular que aglutina a la izquierda radical nacionalista opera gracias a una ley electoral que otorga representación desproporcionada a grupúsculos insignificantes por el número de votos obtenidos, pero que se convierten en piezas claves para gobernar al sumar más representantes que votos, y se aprovechan de su posición estratégica obteniendo puestos en el gobierno desde los cuales impondrán su visión u opción minoritaria a la mayoría. Se da el caso que están gobernando los perdedores de las elecciones y sin rubor, porque tienen la legitimidad de la mayoría de escaños. A pesar de ser la fuerza perdedora en número de votos.

El adoctrinamiento se lleva una vez más a la escuela con una asignatura obligatoria que invita a conocer y a practicar la homosexualidad como algo natural y no aberrante.

Y en los medios, la intoxicación permanente, la propaganda. Es como si las telepantallas de 1984 de Orwell se hubiesen hecho realidad.

El principal partido de la oposición en donde gobierna demuestra todo lo contrario de lo que predica, por ello su líder no es más que un discurso de marketing político para conseguir votos para llegar al poder por medio del engaño.

El espíritu crítico en el pueblo está narcotizado y lo que queda es un lamentable borreguismo español que sigue con la boina hasta el entrecejo. Tal vez lo sea porque no tiene frente y se le cae la boina hasta las cejas.
No saben ni lo que votan, fueron a dar el sí al proyecto de constitución europea porque lo ordenó el líder carismático, el gran hermano, y esa es la ideología. Lo que diga el líder, el patrón, el jefe, o el que mande.

No hicieron sus revoluciones a su tiempo, y cuando ellos van, los franceses han vuelto treinta veces. Es lo que hay.